Elaborado por: Javier Medrano CEO. Medrano & Asociados.

¿Por qué estamos condenados?



Varios historiadores y sociólogos esbozan explicaciones a este fenómeno latinoamericano y casi la mayoría coincide en sostener que la cultura política de nuestros pueblos es una especie de doble herencia autoritaria de la monarquía absoluta de los siglos XVI al XVIII y del caudillismo de los siglos XIX y XX. La primera tendría como fundamento una filosofía política que defiende un neotomismo español, junto a toda su herencia colonial. La segunda, estaría reflejada en toda nuestra literatura e historia que plantea desde el origen de las luchas libertarias, la heroicidad de grandes caudillos como Bolivar, Sucre, San Martin, Martí, Hidalgo entre otros personajes históricos, a quienes no se les debe criticar o juzgar, so pretexto de ser cuasi divinidades.

Es en este prefacio que los nacionalismos se forjan basados en un sentimiento antibérico y antiestadounidense, como fuerzas foráneas, invasoras y tiranas. Visión que se convierte en el alimento diario que se les sirve a los alumnos de todos los colegios latinoamericanos y cuyo objeto no es otro que el de crear un enemigo exterior - permanente - que permita fortalecer una especie de unión nacional.

Si revisamos los libros de historia, sus páginas son un correlato de biografías de redentores, libertadores, de hombres con principios absolutistas que lucharon y ofrendaron sus vidas por la libertad de los pueblos para erigirse como los padres de la patria.  Puede que haya sido así. Pero sus efectos son muy perniciosos para las democracias liberales. No hay espacio para una criticidad social. Para un fortalecimiento de las instituciones, leyes, normas y respeto por el oponente político. Estamos rodeados de estatuas y monumentos libertarios.

Fomentamos el caudillismo. Insuflamos reyecillos de pueblo. Les ponemos corona, manto y bastón de mando y extasiados los reverenciamos cuando dan vuelta la plaza. Creemos que solo ellos nos librarán de todos nuestros males, así que más vale agacharse y prenderles vela. Y ahí cometemos un pecado capital: avalamos que esa persona esté por encima de las leyes y la fiscalización o control social para luego, orar como quiliastas, para que ojalá, desde el olimpo, obren en derecho y en justicia.

Esa es la historia de estos “intocables” que luego caen derretidos en su infamia: Son los mequetrefes de turno, los dictadorzuelos, los ministrillos, las Sosa, los propios y ajenos de cada región, de cada pueblo, que se ensalzan y, a poco andar, se convierten en tiranillos, en autoridades soberbias, narcisistas o simples fantoches. Gente de poca estofa.

¡Pero, cuidado! En estos últimos años, estos gorrineros mudaron de ropajes. Se actualizaron. Se pusieron a tono y ahora su grito es: ¡Yo soy el pueblo! Populismo y tiranía. El poder y el delirio. Chávez dio el pistoletazo y le siguieron, Maduro, los Kirchner, Ortega y Morales que ahora se rasgan sus vestiduras hilachadas creyéndose ninfas. Es tan atractiva esta zafia que ya hay gente haciendo fila, creyendo ser los verdaderos iluminados y legítimos representantes del pueblo. Los sucesores.

El peso histórico de nuestra cultura política nos ha condenado a un acuerdo social endiablado. Donde el funcionario público – del gobierno central, municipal, ministerial o de cualquier índole – se cree cabeza y centro de la nación. Dice ser la rencarnación de los «héroes» sociales, los autoproclamados “padres” de la patria, ante quienes las masas deben rendirse y apoyar para conseguir la tan anhelada emancipación, justicia y libertad. ¡Son nuestros caudillos criollos!

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

Ver noticia »


Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

En todas las guerras, desde siempre y desde que se tiene noticias, los soldados salían al campo de batalla, embebidos en alcohol o bajo alguna sustancia alucinógena. Había que cargar valor, fuerzas y mucho coraje para enfrentar a la muerte, mirarla a los ojos, para luego morir de manera honrosa. Y no como un cobarde que huye, despavorido, del filo de las lanzas.

Ver noticia »


El massismo argentino versus el masismo boliviano

La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

Ver noticia »


¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

Ver noticia »


Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

Ver noticia »


Política, del arte de lo imposible, al arte de la torpeza

Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

Ver noticia »


Un gobierno disociado y dislocado de los bolivianos

Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

Ver noticia »


El otro conflicto moral en Ucrania: el periodismo de guerra

Una tarde infernal en Sudán – en África, allá por 1993 – el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, apuntó su lente en un niño famélico, agonizante, en medio de un basural, enroscado y con la cabeza enorme y pesada casi besando el suelo, entregado a la muerte. Cerca del niño, de apenas tres años, alzaba sus alas amenazantes un buitre, esperando la oportunidad para clavar la estocada final. El fotógrafo esperó y graficó la escena. Aquella tragedia capturada, tiempo después, le significó ganar un premio Pulitzer. El niño murió, no por el buitre sino por otras enfermedades meses después. El debate se abrió sobre el código de ética del periodismo y del camarógrafo por no auxiliar al niño. Fue fustigado, condenado y ya harto por tanta presión, se suicidó.

Ver noticia »