Elaborado por: Javier Medrano CEO. Medrano & Asociados.

Teletrabajo: el mayor experimento laboral del mundo



Fue un freno de mano en seco. La pandemia puso en vilo la salud de la humanidad y frenó el aparato productivo de todo el mundo. El efecto del revés fue tan duro que el crecimiento económico - ganado a fuerza de pulmón en los últimos cinco años -, retrocedió al menos tres años. Todo se fue por la borda. Ninguna planificación resistió el embate.

De acuerdo a laos estudios efectuado por la CEPAL, América Latina y el Caribe fue la región más golpeada del mundo por el coronavirus. Los datos son duros: alrededor de 11 millones de personas contagiadas y un número de fallecimientos que casi llegan al millón – a nivel mundial son 60 millones de personas contagiadas y el número de decesos pasarán los casi  1,4 millones de personas -.

En términos económicos y sociales, nuestra  región es la más afectada.  Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), arroja como resultados una contracción del PIB del orden del 9,1%, el cierre de 2,7 millones de empresas, 44,1 millones de desocupados, 231 millones de personas en condición de pobreza, de las cuales 96 millones se encontrarán en situación de pobreza extrema. 

La intensidad de estos datos negativos se explican – en gran medida -,  por el mediocre crecimiento que la región registró desde 2014 y los rasgos estructurales en términos productivos y distributivos que caracterizaron históricamente su patrón disfuncional de desarrollo económico, social, político y ambiental.

En medio de este descalabro sanitario, hubo que reinventar y adaptar los entorno laborales a distancia, con el fin de cuidar la salud de los colaboradores de cada organización. Pero la montaña rusa de este experimento del teletrabajo, no cuenta – porque no hubo tiempo ni recursos para hacerlo – con las debidas mediciones de eficiencia, de programación y dotación de herramientas y metodologías de trabajo a distancia. Ni qué decir de la mínima disciplina del colaborador para cumplir con los horarios laborales pre establecidos, por el desorden propio de un hogar.

Durante mucho tiempo, muchas voces defendieron a capa y espada los beneficios del teletrabajo.  En el año 2013, según estudios del ICWF, el 16% de los trabajadores afirmaba que su empresa les ofrecía la posibilidad de trabajar en remoto algunos días. En el 2015, ese porcentaje había ascendido a un 29% y, en el 2017, se redujo a un 20%.

Por lo tanto, este ingreso de lleno al trabajo remoto, resulta, por lo mínimo en el mayor experimento global que se ha implementado en el mundo laboral. Estamos en un vórtice de ensayo y error continuo. Ahora, todo dependerá de la capacidad de aprendizaje del empleado.

Incluso, aquello de "la empresa me tiene que formar", migra a "me formo de manera independiente en temas de valor personal que puedan aportar valor adicional a mi empresa". El empleado será más empleable en función de su capacidad de autoaprendizaje y su flexibilidad para afianzarse en campos de trabajo muy cambiantes. El trabajador del futuro pasará de "tener un empleo y un rol" a "tener proyectos y empleadores", incluso dentro de una misma empresa.

Los expertos aseguran que lo importante ya no será el rol del trabajador, sino su capacidad de proporcionar valor y, por tanto, su marca personal será esencial. Los profesionales más empleables serán aquellos que aceleren el cambio desde la digitalización y el uso eficiente de las herramientas tecnológicas y no los que lo se queden atrapados en la mera ejecución.

 

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

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Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

En todas las guerras, desde siempre y desde que se tiene noticias, los soldados salían al campo de batalla, embebidos en alcohol o bajo alguna sustancia alucinógena. Había que cargar valor, fuerzas y mucho coraje para enfrentar a la muerte, mirarla a los ojos, para luego morir de manera honrosa. Y no como un cobarde que huye, despavorido, del filo de las lanzas.

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El massismo argentino versus el masismo boliviano

La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

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¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

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Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

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Política, del arte de lo imposible, al arte de la torpeza

Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

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Un gobierno disociado y dislocado de los bolivianos

Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

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El otro conflicto moral en Ucrania: el periodismo de guerra

Una tarde infernal en Sudán – en África, allá por 1993 – el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, apuntó su lente en un niño famélico, agonizante, en medio de un basural, enroscado y con la cabeza enorme y pesada casi besando el suelo, entregado a la muerte. Cerca del niño, de apenas tres años, alzaba sus alas amenazantes un buitre, esperando la oportunidad para clavar la estocada final. El fotógrafo esperó y graficó la escena. Aquella tragedia capturada, tiempo después, le significó ganar un premio Pulitzer. El niño murió, no por el buitre sino por otras enfermedades meses después. El debate se abrió sobre el código de ética del periodismo y del camarógrafo por no auxiliar al niño. Fue fustigado, condenado y ya harto por tanta presión, se suicidó.

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