Elaborado por: Javier Medrano Director y CEO de la agencia.

El salvaje navajazo de la FELCN al arte de Ejti



Cuando Stendhal (autor francés del siglo XIX de nombre Henri-Marie Beyle y autor de obras tan extraordinarias como Rojo y Negro) escribió en un su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio, allá por 1817, describió lo que había sufrido cuando visitó la catedral de Santa Croce en Florencia, Italia: “Estaba en una especie de éxtasis, de la idea de estar en Florencia, cerca de los grandes hombres cuyas tumbas que había visto. Absorto en la contemplación de la belleza sublime… llegué al punto en el que uno se encuentra con sensaciones celestiales… todo habló tan vívidamente a mi alma (…) La vida fue drenada de mí. Caminé con el miedo a caer”.

Esta sensación tan vívida del escritor, posteriormente, se conoció como el síndrome de Stendhal o el síndrome de Florencia. En ambas situaciones se hace alusión a la exposición concentrada de bellas obras de arte, esculturas y piezas de arte. Es en estas situaciones que las personas pueden caer en una sensación de agobio o de euforia ante tanta belleza.

Sus síntomas son palpitaciones, ritmo cardiaco acelerado, mareos, sentimientos de pánico y hasta, incluso, desmayos y locura temporal. Es tan fuerte e intensa la presencia del arte y su inconmensurable riqueza que las personas no pueden procesar tanta información que caen de rodillas, rendidos, ante semejantes creaciones de arte.

El síndrome también se ha aplicado a otras situaciones en las que las personas se sienten totalmente abrumadas cuando están en presencia de lo que ellos perciben como “belleza inmensa” - como la puesta de sol, un amanecer, una luna inmensa y roja o el cielo profundamente negro y estrellado -, los efectos son relativamente de corta duración y no parecen requerir intervención médica, pero el impacto emocional es muy intenso.

Esta enajenación momentánea fue descrita en 1979 por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, quien oficiaba como jefa de psiquiatría en el Hospital de Florencia Santa Maria Nuova. La profesional observó que muchos turistas que visitaban Florencia parecían verse superados con una serie de síntomas que incluían ataques de pánico temporales y locura aparente que duraba dos o tres días, al estar rodeados de obras de arte, arquitectura, monumentos y sinnúmero de arte excepcional.

En su libro describe los casos detallados de estas personas que después de ver las pinturas o esculturas famosas tuvieron reacciones emocionales graves que incluían ansiedad alta y hasta episodios psicóticos. Magherini intenta explicar que los trastornos psicológicos se asocian típicamente con “un trastorno mental o perturbación psiquiátrica latente que se manifiesta como una reacción a las pinturas u otras obras maestras”. Nada menos.

Pero este agobio también puede provocar reacciones violentas hacia estas grandes obras maestras - ante la imposibilidad de poseerlas o de comprenderlas -, siendo objetivos de ataques irracionales tratando de dañarlas, mutilarlas o ensuciarlas. 

Un caso emblemático ocurrió un 28 de febrero de 1974, cuando un ciudadano persa llamado Tony Shafrazi, ingresó en el Museo de Arte de la metrópoli estadounidense con un aerosol rojo y se dirigió hacia la monumental obra del artista español Pablo Picasso “El Guernica”, que rememora el bombardeo a una ciudad española del mismo nombre durante la Guerra Civil española. El lienzo de grandes dimensiones que el artista pintó para el Pabellón de la República española en la Exposición internacional de París de 1937 fue víctima de un grafiti con aerosol con la leyenda: Muerte a todas las mentiras.  Afortunadamente, el desastre se pudo arreglar rápidamente por medio de un disolvente, salvaguardando la belleza de la obra. No fue la única. La emblemática Gioconda de Da Vinci, fue robada, secuestrada, rociada con ácido y hasta apedreada por un boliviano allá por 1960.

Más allá de todas acciones irracionales de estos enajenados, ahora le debemos sumar la salvajada realizada por la FELCN, que apunta de navajazos destrozaron pinturas de la artista Ejti Stih, las mismas que iban a ser parte de una exposición en una galería de arte en Europa. La estocada tuvo su burda excusa en un supuesto tráfico de droga. Nada más imbécil. Cuchillo en mano, babeando, rasgaron y tajearon los cuadros. Después, contemplaron su obra sentados sobre sus piedras. En cada navajazo se vieron a sí mismos ignorantes y primitivos, para luego intentar pararse - aún encorvados - para retornar a sus cuevas.

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

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Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

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La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

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¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

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Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

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Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

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Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

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