Elaborado por: Javier Medrano Director y CEO de la agencia.

La miseria de los masistas putinianos



Hoy quise escribir sobre Putin y su guerra mafiosa y gansteril; su visión nostálgica de la Unión Soviética de un sistema político totalitario, asesino y donde las libertades sociales y derechos humanos son absolutamente proscritos; donde el pensamiento diferente o la idea de construir una mínima oposición es condenado furibundamente. A todos ellos les espera la cárcel, la persecución o ser asesinado por el régimen. Putin, un enano mafioso, abrió las puertas del infierno y ahora es su principal anfitrión. Y, al encuentro, sin invitación alguna, oficiosos y gandules, los masistas cerraron filas y decidieron apoyar a este petizo encabronado con las democracias del occidente. Hoy - al ser seguidores de Putin -, se han convertido en putinianos; decidieron estar del lado guerrerista, invasor y mafioso de la historia y arrastraron a Bolivia hacia esa parte del averno, desde donde se defienden las autocracias y se detestan las democracias liberales. Serán recordados como los masistas putines.

Hoy quise escribir sobre la guerra auspiciada por un grupo desquiciado de rusos en contra de Ucrania y de cómo ese país cayó al despeñadero acorralado por una hambruna obligada e impuesta por el asesino en masa de Stalin; uno de los peores crímenes de la humanidad planificado y ejecutado por un comunista en contra de millones de ucranianos; con el hambre la violencia, las venganzas, la desesperación, el canibalismo y la locura se apoderaron de todo ese pueblo. Al final, todas las emociones de cientos de miles de ucranianos se apagaron. La historiadora polaca Anne Applebaum en su libro La Hambruna Roja (Debate) nos cuenta cómo la gente se sentaba a morir en los bancos de sus granjas arrasadas, indiferentes e inmóviles. O huían por las vías del tren hasta que ya no podían más y se derrumbaban o se colgaban en los postes a la vista de los aterrados viajeros. Los cuerpos se amontonaban en las calles de pueblos y ciudades sin que nadie tuviera ni fuerzas ni ganas de recogerlos. Un empleado del ferrocarril recordaba que "todas las mañanas, mientras iba camino del trabajo, me encontraba con dos o tres cadáveres junto a las vías, pero pasaba por encima de ellos sin pisarlos y seguía adelante. La hambruna me había robado la conciencia, el alma y los sentimientos. Al pasar por encima de los cadáveres no sentía absolutamente nada, era como si estuviera sorteando troncos". Las emociones, el rasgo distintivo del ser humano, había sido secuestrado, desajenado y vilmente asesinado.

Hoy quise escribir sobre las conferencias de prensa, a diario, de los policías y el ministro de área presentando asesinos, violadores, narcotraficantes de poca monta (nunca a los cabecillas. A éstos los atrapa la DEA, jamás el Gobierno) y ahora a jueces corruptos desnudando las miserias de todo un sistema nauseabundo. Una romería infame que debiera preocuparnos a todos. Somos una sociedad en decadencia. No es normal y menos meritorio - por parte de las autoridades -, que todos los días, en las tres ediciones de noticieros de televisión y digitales leamos y veamos una pasarela de delincuentes. No importa la investigación del delito, las causas, el diseño de políticas públicas de prevención y protección de la ciudadanía. Sólo importa el show. Salir en el noticiero de noche como el gran comisario que mete la mano al fango, saca podredumbre y la enseña orgulloso. Pero no se dice nada sobre educación, prevención. Las cárceles esta atiborradas, la justicia sigue manipulada y politizada; los feminicidios no disminuyen, los robos y la inseguridad tampoco. Es un círculo pernicioso y altamente peligroso para todos.

Hoy quise escribir sobre cómo nuestras ciudades están apresadas por los comerciantes informales que hace de las veredas, calles y calzadas un mercado, arrojan su basura al aire y cae sobre nuestras cabezas; del abuso y extorsión del transporte privado sindicalizado que genera más del 50% de los accidentes de tránsito en las ciudades, provocan caos y violan los derechos de todos de contar con un sistema de transporte municipalizado que funcione las 24 horas, limpio, ordenado y con beneficios para los niños, niñas, colegiales, universitarios y adultos mayores. Lograron firmar un acuerdo de ampliación por otros quince años más de abuso en Santa Cruz de la Sierra gracias a un alcalde populista y extraviado. Taxistas, minibuseros y micreros tienen su pedal aprisionando sobre el cuello de todos los ciudadanos.

Hoy quise escribir de la politiquería estéril y miserable que tenemos; de sus egoísmos, sus corruptelas, sus abusos de poder, de sus megalomanías chatas y desagradables; de una clase con poder que carece de un mínimo de intelecto, de sentido común, o, por último, de ubicuidad. Cargan con todas las desgracias juntas, todos los vicios y representan la miseria misma. Se acusan, se escupen, se abrazan, se emborrachan. Nada les importa, nada les preocupa. Sólo aparecer en la televisión.

Hoy quise escribir de éstos y otros temas más, pero no hay espacio suficiente ni voluntad para hacerlo. Sólo hastío y asco.

 

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

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Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

En todas las guerras, desde siempre y desde que se tiene noticias, los soldados salían al campo de batalla, embebidos en alcohol o bajo alguna sustancia alucinógena. Había que cargar valor, fuerzas y mucho coraje para enfrentar a la muerte, mirarla a los ojos, para luego morir de manera honrosa. Y no como un cobarde que huye, despavorido, del filo de las lanzas.

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El massismo argentino versus el masismo boliviano

La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

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¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

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Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

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Política, del arte de lo imposible, al arte de la torpeza

Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

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Un gobierno disociado y dislocado de los bolivianos

Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

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El otro conflicto moral en Ucrania: el periodismo de guerra

Una tarde infernal en Sudán – en África, allá por 1993 – el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, apuntó su lente en un niño famélico, agonizante, en medio de un basural, enroscado y con la cabeza enorme y pesada casi besando el suelo, entregado a la muerte. Cerca del niño, de apenas tres años, alzaba sus alas amenazantes un buitre, esperando la oportunidad para clavar la estocada final. El fotógrafo esperó y graficó la escena. Aquella tragedia capturada, tiempo después, le significó ganar un premio Pulitzer. El niño murió, no por el buitre sino por otras enfermedades meses después. El debate se abrió sobre el código de ética del periodismo y del camarógrafo por no auxiliar al niño. Fue fustigado, condenado y ya harto por tanta presión, se suicidó.

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