Elaborado por: Javier Medrano Director y CEO de la agencia.

Los presidentes sustitutos del caudillo



El poder desgasta sólo a quien no lo posee. Esta máxima en política es un sablazo para aquellos expresidentes que, una vez alejados de todo adulo y sin las mieles del poder, se recluyen en sus casas a rumiar su amargura por su agenda vacía, por el teléfono que ya no suena y por sentirse solos y abandonados.  Y así, carcomidos por los odios y rencores, van muriendo de a poco sin pena ni gloria.

Pero también están aquellos que se aferran al poder, ya que no se conciben a sí mismos jubilados o con la tarea cumplida. Y, desde la periferia, continúan influyendo, acopian blindajes hacia su persona, y le hacen la vida imposible a quien está ejerciendo el poder. Son los protagonistas de un segundo acto en política y que, ocasionalmente, les resulta mucho mejor y con mayor rédito político, ya que la responsabilidad de una mala decisión desde el poder, es pasto para la crítica rabiosa. Ellos, como expresidentes, se erigen como los sabedores de todo, frente a un presidente en ejercicio, agobiado por una sarta de problemas por resolver, muchos heredados por su auspiciador.

Entonces, salta la pregunta: ¿Qué hacer con los expresidentes?

Manuel López Obrador se fue al extremo, un tanto por su desmedida ambición de poder y otro tanto, por deshacerse de todo resquicio de oposición política. Meses antes de tomar posesión del cargo, AMLO apuntó directamente a la posibilidad de “que se juzgue” a los cinco expresidentes anteriores: Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, por corrupción. La medida populista, auspiciada en un referéndum,  surtió el efecto deseado en la población, bañando de elogios al presidente socialista, pero al final, su bravuconada quedó en nada.

Lo cierto es que los expresidentes en América Latina poseen poder. Y en algunos casos, mucho poder. De hecho, se ha vuelto “normal” que los exmandatarios no sólo tengan una vida política activa, sino que además, nombren a sus delfines para candidatos a la presidencia. Son sustitutos elegidos por el caudillo. Se trata de una forma bizarra de caudillismo, entendida como una especie de continuismo de su “linaje” para mantener de esa manera poder, vigencia e influencia.

Evo Morales y su delfín Arce Catacora. Rafael Correo y su delfín rebelde Lenin Moreno, Néstor Kirchner y su esposa Cristina, quien luego de ser presidente, nombró a Alberto Fernández como el sustituto del kirchnerimo. Un traspaso de posta muy débil y plagada de egos y rencillas. Juan Manuel Santos y su patrocinador Álvaro Uribe, que a la postre termino en rencillas y odios personales.

Lo preocupante es que los últimos diez años, al menos siete presidentes elegidos democráticamente en Latinoamérica fueron escogidos por su predecesor. Son presidentes sustitutos que deben lealtad y admiración a su patrocinador.

Esta mala práctica ata con esposas de oro a quienes son electos y socava la democracia en todas sus instancias. Los expresidentes siguen entrometiéndose ocasionando tensiones y el mandatario en funciones pierde su relevancia por lo que o rompe con su jefe y busca su propia identidad o agacha la cabeza y cede el poder.

Nada huele más a una rancia oligarquía plagada de corrupción que un expresidente intente mantenerse vigente a través de candidatos sustitutos, amañe procesos y evite fiscalizaciones por actos de corrupción. Es un caudillismo abusivo y pernicioso.

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

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Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

En todas las guerras, desde siempre y desde que se tiene noticias, los soldados salían al campo de batalla, embebidos en alcohol o bajo alguna sustancia alucinógena. Había que cargar valor, fuerzas y mucho coraje para enfrentar a la muerte, mirarla a los ojos, para luego morir de manera honrosa. Y no como un cobarde que huye, despavorido, del filo de las lanzas.

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El massismo argentino versus el masismo boliviano

La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

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¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

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Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

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Política, del arte de lo imposible, al arte de la torpeza

Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

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Un gobierno disociado y dislocado de los bolivianos

Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

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El otro conflicto moral en Ucrania: el periodismo de guerra

Una tarde infernal en Sudán – en África, allá por 1993 – el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, apuntó su lente en un niño famélico, agonizante, en medio de un basural, enroscado y con la cabeza enorme y pesada casi besando el suelo, entregado a la muerte. Cerca del niño, de apenas tres años, alzaba sus alas amenazantes un buitre, esperando la oportunidad para clavar la estocada final. El fotógrafo esperó y graficó la escena. Aquella tragedia capturada, tiempo después, le significó ganar un premio Pulitzer. El niño murió, no por el buitre sino por otras enfermedades meses después. El debate se abrió sobre el código de ética del periodismo y del camarógrafo por no auxiliar al niño. Fue fustigado, condenado y ya harto por tanta presión, se suicidó.

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