Elaborado por: Javier Medrano CEO. Medrano & Asociados.

Santa Cruz bajo un ataque desquiciado y despótico



Los gobernantes – todos sin excepción a lo largo de la historia de Bolivia - se olvidaron que su principal propósito desde la administración del Estado es preservar la paz social, generar bienestar para todos los ciudadanos, promover la seguridad jurídica y resguardar el respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos y la propiedad privada.

Cuando éstos detentadores del poder – coyunturales - son arrastrados por sus ideologías trasnochadas y sus narrativas forzadas para promover milicias armadas - fuerzas paralelas a la policía nacional -, aúpan a los avasalladores de tierras, a los grupos irregulares auspiciados por el narcotráfico y asientan una peligrosísima e irregular soberanía territorial dentro del propio país – el Chapare – caen en la ilegalidad y pierden legitimidad.

Cuando hablan de defensas armadas sindicales, cuando destilan odio y resentimiento con una altísima carga xenófoba, racista y discriminadora se convierten en “grupos del terror”, si entendemos el concepto como una práctica de expandir el miedo e indefensión entre ciudadanos pacíficos.

La situación se descompone mucho más cuando nuestros cientos de miles de emprendedores bolivianos – en su gran mayoría jóvenes – observan pasmados como cada día las reglas de juego protegen a los cocaleros que venden su coca al narcotráfico, a los contrabandistas que hacen competencia desleal, a los ilegales e informales que destruyen el aparato productivo a diario y observan al funcionario público corrupto que desde un ministerio o dirección, mete sus manos en bolsillos ajenos. Y, para colmo, estos soñadores junto a todos los bolivianos legales,  son impositivamente perseguidos y fiscalizados con una marcada ferocidad solo por ser exitosos en sus negocios que generan empleos dignos.

Ahora, la desidia ha escalado a un nivel mayor. Se ha embotado en su guarida. Ha llenado su buche de rencor. Con espuma en la boca acusa, discrimina, desconoce, persigue, araña y golpea. Ahora dispara contra toda una región: Santa Cruz. Contra toda una población. Contra todo un aparato productivo que da de comer a todos, que brinda bienestar a todos, que genera empleos para todos, que abre oportunidades y que es la locomotora del progreso de todos, que agrupa en su territorio a todos los bolivianos de todas partes de Bolivia. Lo hacen por miedo. Por saberse perdidos. Por saber que su visión narcotizada los aísla. Los deja en evidencia. No son millones. Son unos cuantos pagados y, además, son poca cosa.

Los bolivianos somos emprendedores y liberales. Nunca hemos sido ni seremos comunistas. Nos gusta progresar, crecer, invertir.  El orden jurídico consagra la propiedad privada y el principio de la legalidad vigente en Bolivia defiende la voluntad de la celebración de contratos de compra y venta de servicios y productos en un comercio abierto y competitivo, consagrado en la CPE. Los aymaras de El Alto son capitalistas y lucen orgullosos sus cholets, sus empresas, sus comercios y sus fiestas. No se confundan.

Santa Cruz es la región con el mayor crecimiento social, económico en la historia del país y es el departamento con la mayor diversidad cultural, étnica, de clase y de origen. Es la refundación viva de Bolivia. Atacar a Santa Cruz es atacar a todos los bolivianos. Es abofetear a todos los bolivianos nacidos y no nacidos en esta bellísima tierra oriental, donde  creemos en la competitividad, en la productividad, en la generación de oportunidades iguales para todos. Somos solidarios, somos colaborativos, creemos en el valor de la comunidad. Nosotros sí somos inclusivos, democráticos ¡Nosotros sí somos millones!

Que tu lengua no atropelle a tu cerebro

Por otro lado, a mi juicio, también deberíamos comprender el valor del diálogo y sus silencios. No de estar “silenciado”, ojo. Lo aclaro para cualquier despistado. El silencio es una bendición, un bálsamo. Son muy escasos aquellos que saben cuándo hablar y cuándo callar; raros, pero muy raros, aquellos que saben usar los silencios, las pausas en una entrevista. Pareciera que son poquísimos los que se atienen a las reglas de cortesía necesarias para una buena conversación periodística – que en esencia es un diálogo, no un embate o un atropello -, en la cual hay una lid de silencios, pausas y palabra hablada.

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Terroristas drogados, las nuevas tácticas de Hamas

En todas las guerras, desde siempre y desde que se tiene noticias, los soldados salían al campo de batalla, embebidos en alcohol o bajo alguna sustancia alucinógena. Había que cargar valor, fuerzas y mucho coraje para enfrentar a la muerte, mirarla a los ojos, para luego morir de manera honrosa. Y no como un cobarde que huye, despavorido, del filo de las lanzas.

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El massismo argentino versus el masismo boliviano

La elección presidencial está muy lejos de terminar. Ahora la segunda batalla será este 19 de noviembre donde, esta vez, sólo será entre ellos dos y que se enfrascarán en una pelea durísima en el electorado argentino. Uno siendo parte activa de un gobierno mediocre e ineficiente y otro que jamás estuvo en cargo público y que promete volar por los aires a todo lo que tenga una relación directa o indirecta con el peronismo o, peor aún, algún vínculo con el kirchnerismo.

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¿Debería ser obligatorio el debate presidencial?

Ningún acto de campaña, spot publicitario ni posteo en redes sociales reemplaza el juego de opiniones en un abierto intercambio de ideas. Ninguno. Nada hay más productivo que este encontronazo de candidatos. De lucha de fuerzas. De credibilidades. De firmezas o debilidades. Un debate es, de lejos, el mejor acto democrático que puede haber.

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Pasión por la ignorancia: Cumbre plurinacional, bloqueo minero, paro cívico, cerco a Scz

Lo patético es que el Gobierno se ha tomado una caja de Ignorital. Acojonado de risa abraza, fervientemente, la pasión por ignorar el conflicto minero en la ciudad de La Paz, que la tiene bloqueada y sumida en caos; de la escasez de gasolina generado por sus propios esbirros monolíticos y descerebrados. El Gobierno, feliz y saltando en un campo de flores, minimiza los paros, aunque sean por 24 horas de otros departamentos como Trinidad, Tarija y Cochabamba reclamando un censo el 2023. Bailando, ha convocado a una cumbre “plurinacional” en Cochabamba para generar más conflicto y peleas sociales. Dividamos, confrontemos. Nosotros tenemos la verdad. Ellos no. Claro, nosotros tomamos Ignorital, ellos, en cambio, café negro.

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Política, del arte de lo imposible, al arte de la torpeza

Por lo tanto, la democracia liberal, en sus ciclos de baja calidad y de altísimo progreso social e institucional, ha perdurado y ha regresado repetida y reiteradamente porque a las personas de diversas culturas no les gusta vivir bajo una dictadura o bajo un tiranillo de turno. Y esa es, por ejemplo, el principal valor y coraje del pueblo ucraniano para luchar cada día en defensa de su país de sus vecindarios, de sus tierras, frente a un ejército ruso obligado y desmoralizado.

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Un gobierno disociado y dislocado de los bolivianos

Embutidos en su burbuja de Plaza Murillo, los administradores del poder sólo ven enemigos, golpistas, imperialistas y una sarta de imbecilidades que sólo les sirve para mantener una narrativa desgastada, hueca, absurda, desfasada y dislocada de la realidad. Mientras que la incertidumbre respecto del futuro de la economía, la inseguridad laboral, los cambios permanentes de la seguridad jurídica para atraer inversiones o de los permanentes ataques al sector privado – generador de economía por excelencia – el Gobierno mira su ombligo y avanza con reformas discrecionales que solamente importan a algunos de sus correligionarios y se aleja, peligrosamente, de una sociedad que ya le está pasando factura.

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El otro conflicto moral en Ucrania: el periodismo de guerra

Una tarde infernal en Sudán – en África, allá por 1993 – el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, apuntó su lente en un niño famélico, agonizante, en medio de un basural, enroscado y con la cabeza enorme y pesada casi besando el suelo, entregado a la muerte. Cerca del niño, de apenas tres años, alzaba sus alas amenazantes un buitre, esperando la oportunidad para clavar la estocada final. El fotógrafo esperó y graficó la escena. Aquella tragedia capturada, tiempo después, le significó ganar un premio Pulitzer. El niño murió, no por el buitre sino por otras enfermedades meses después. El debate se abrió sobre el código de ética del periodismo y del camarógrafo por no auxiliar al niño. Fue fustigado, condenado y ya harto por tanta presión, se suicidó.

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